De repente te levantas por la mañana con una idea fija en la cabeza, con algo que te ha aparecido de golpe y que no puedes definir exactamente cómo ha sucedido. Estas aturdido porque todo lo que has estado meditando durante tiempo, más o menos de forma aleatoria y caótica , de repente... de repente tiene sentido.
De repente todo se enzarza. Todo encaja como el mecanismo de un reloj suizo. Y lo que se deriva de él fluye con una claridad y rapidez pasmosa. Y te miras a ti mismo y te parece mentira que no hayas sido capaz, durante todo este tiempo, de dar el paso que te ha podido llevar a este estado. Podido. Porque no sabes si el cambio es LA causa o una de tantas que tienes a tu espalda.
De repente recuperas el aliento. De repente te detienes y ves aparecer esa sonrisa en tu cara que hacía años que no veías. Esa sonrisa que es el preludio de algo que intuyes, como tantas veces en tu vida, que va a ser un punto de inflexión y un cambio en tu camino.
De repente has recuperado la energía del niño que llevas dentro, nervioso, inquieto, espectante... Y de repente no puedes parar de chillar RUAR NU!!!!!!... de repente vuelves a estar vivo.